Yasutani en su libro “Las 8 creencias budistas”, comenta que “la razón por la que una persona puede cometer suicidio está relacionada con el no poder vivir de la forma que le gustaría”. A primera vista puede parecer una explicación demasiado fría y egoísta para justificar un acto tan extremo, pero cuando reflexionamos sobre ello, descubrimos que es verdad.
Cuando alguien tiene un sufrimiento intenso, desesperación, dolor o rabia y decide no continuar viviendo, no está aceptando su vida como es en ese momento. Quiere cualquier cosa menos algo como lo que está viviendo y quiere terminarlo. Tampoco está aceptando la posibilidad de cambiar, ni sus circunstancias, ni sus respuestas a las mismas.
Y estas observaciones se pueden extender a las drogas. Toda adicción comienza con un acto inintencionado, por lo general, un acto que elegimos porque nos lleva lejos de nuestra vida, de la forma que es en ese momento. Me siento vacío e insatisfecho, podría probar a llenar este vacío con otras cosas: ir de compras, comer mucho, jugar compulsivamente, engancharme a internet,…etc. Otro tipo de resorte cuando nos vemos como alguien poco inteligente, poco divertido, no muy interesante, etc. es engañarnos optando por cambiar nuestra forma de ser a través de las drogas.
Una enseñanza procedente del budismo es que mucho de nuestro sufrimiento está originado porque nos apegamos permanentemente a cosas que, por naturaleza, son transitorias. Si nos sentimos solos nos encerramos más en nosotros mismos, como si hubiese sido la tónica de nuestra vida. Si no conseguimos entendernos con nuestra familia, nos quedamos alimentando nuestro mundo e incomprensión. No aceptamos la situación tal y como es y si no podemos enfrentar o modificar una situación infeliz, ¿no podríamos como mínimo buscar otras posibilidades que nos permitieran cambiar nuestra respuesta a las mismas?.
Una mente adicta puede tener dificultad en determinar qué cosas tiene bajo su control y qué cosas no. Pero, en realidad, la única cosa que cada uno de nosotros puede controlar es el comportamiento de uno mismo. A primera vista no podemos controlar nuestros pensamientos, nuestro estado de ánimo, nuestros sentimientos, ni los sentimientos de los demás, pero podemos controlar lo que decimos (a nosotros mismos y a los demás) y lo que hacemos; ahí reside nuestro poder.
Y si no tenemos ni idea de por dónde empezar podemos aprender con el apoyo de otros, todo se hace más fácil con el apoyo de los demás.
¿Sabes ya qué cosas debes afrontar (hacer) y qué cosas debes resistir (no apegarte) ?
7 comentarios:
Me ha encantado y me parece totalmente acertado,de una forma muy clara y sencilla, hablar de temas que tienen mucha importancia, para darle a nuestras vidas dirección y sentido.
Gracias María por tus consejos para una vida más saludable.
Un abrazo
Gracias Sara!.
Eso es lo que hace falta tomar un objetivo que de sentido a nuestra vida. Y ¡todos son válidos!
Mery.
Muy bueno. Con tu permiso lo voy a "pegar" por ahí. Un abrazo
Claro Luca, gracias por contagiar :)..de salud
abrazos
Es cierto, sentir el fracaso de la propia vida es motivo suficiente para pensar e incluso llevar a cabo el suicidio, y yo pregunto ¿qué puede hacer que esa persona en ese momento crítico pueda cambiar su perspectiva? ¿qué podemos hacer para que la vida de los que nos rodean y la nuestra propia este en perspectiva?.
¿Da ese libro alguna recomendación o comentario de cómo abordar ese problema?.
Besos,
Fer
Antes de hablar de suicidios y adiciones deberíamos mencionar los RECURSOS. Los que cada uno tiene o se forja para afrontar los reveses de la vida. No me gusta generalizar precisamente por ese motivo, no todos sabemos o podemos enfrentar los problemas de igual manera. Y aún así, incluso sabiendo, en un momento dado la situación te puede desbordar… En esto como en todo la mejor solución es la prevención, la educación. Conocer para entender. Un abrazo
Estoy de acuerdo Manel.
La vida es más grande que cualquier maestro o enseñanza.
Y compartir todo lo que sabemos es una forma de vivir generosamente, de dar muchos recursos.
Gracias,
María.
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