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9 de diciembre de 2009

Flexibilidad mental

Tendemos a pensar que los problemas están fuera de nosotros, en los demás. "Es un borde, no me escucha, no tiene paciencia, etc, etc", cuando a veces la realidad suele ser otra bien distinta. Haz la prueba y rétate a tí mismo. Intenta disociarte cuando te sobrevenga una situación de este tipo y pregúntate... ¿qué le quiero transmitir? ¿qué hay detrás de su actitud? ¿cómo me atendería mejor..?

En realidad, te darás cuenta de que muchas veces nosotros construimos parte de la barrera que nos impide poder fluir con determinadas personas que, en el fondo, solemos apreciar.

Como ejemplo pienso en la relación padre-hijo en la que se suele oír la queja: "no entiendo a mi hijo, no me escucha..." cuando él mismo acaba de definir el problema y probablemente todo sería más fácil si lo intentase al revés, "¿por qué no le escucho yo primero a él?".

El arte de indagar y preguntar en lugar de juzgar y afirmar se consigue entrenándolo, es revelador y se va consolidando por sí mismo cuando observas sus resultados. Tu interlocutor, por otro lado, a parte de pensar mucho mejor sobre ti "vaya... no me está echando un sermón", te apreciará mucho más y puedes asegurar que ganarás más confianza para que se pueda abrir más a ti.

Los consejos y advertencias sin intentar entender a la otra parte pueden ser acciones inservibles. En realidad el problema no es que esta persona le falte interés, sino que quizá nosotros estamos utilizando un acercamiento que él no puede entender. Es preciso comprender bien para luego diagnosticar y poder aconsejar, por ello...
  • En cualquier relación personal procura entender tú y sólo después, procura que te comprenda él.
  • Se flexible al escuchar y expón tu postura con determinación pero sin obstinación, no se consigue nada y además, te deja muy mal cuerpo.
  • La persona con más variabilidad de opciones es la que acaba controlando la situación y consigue un menor desgaste físico.

Y aquí va la reflexión para la semana: si no te gusta lo que percibes... pon más atención sobre lo que emites y sobre todo en ¡como lo emites! y observa los resultados.


3 comentarios:

Sabios consejos Maria,

Cuando nuestra "mirilla" se abre, quizá sea porque tenemos más confianza y entonces podemos ser generosos en escuchar sin necesidad de forzar.

Sólo cuando las cosas van bien (o lo crees) estamos dispuestos a arriesgar!

Besos y gracias por aportar salud al mundo.

Es verdad a mi me cuesta mucho escuchar a mis hijos y lo cierto es que a veces olvido empatizar.

Aplicar las normas de las buenas prácticas de la comunicación acaba
dando resultados.
Gracias;
Madre en prácticas.

muchas gracias muy interesante. Me ayudó mucho este tema.

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