Cada día conozco mas personas que han tomado la decisión de comer mejor, bien porque se han informado a través de algún amigo, porque
lo han leído o simplemente porque
descubren que algún alimento no les cae bien: “he dejado los lácteos”, “no tomo
pan”, “todo sin azúcar”, etc.
Los artículos sobre comida, que comer y como comer para
estar sano van en aumento y ya se sabe que cuando el río suena..:-)
Moda o no, el mercado está adaptándose a una necesidad real que
responde a la paradoja de que en nuestro mundo de la comodidad, con medios de
sobra para abastecerse de todo aún hay mucha gente que padece síntomas de malnutrición, colesterol, sobrepeso y otros problemas de salud que se relacionan con la alimentación.
Para saber si este tema te interesa puedes responderte a dos preguntas:
- ¿Cómo
te encuentras?; te sientes activo, con vitalidad, te cae bien lo que comes.
- ¿Como son tus análíticas? Tus parámetros de salud: colesterol, azúcar,
minerales, etc. tienen valores normales o están continuamente alterados.
Si tus respuestas son positivas probablemente lleves una alimentación acorde a tus necesidades y no tengas aspectos que modificar, aunque siempre existe margen de mejora. Si por el contrario son negativas te puede interesar seguir leyendo.
A pesar de la conciencia que se está creando sobre
como comer para mejorar la salud,
prevenir enfermedades o mejorarlas, la mayoría de la gente sigue instalada en el hábito de comer lo que le gusta o es habitual en su familia o entorno, aunque después de hacerlo se encuentre mal.
Uno de los problemas de salud más frecuentes en nuestra sociedad moderna son
los trastornos digestivos: estómago revuelto o hinchado, acidez, estreñimiento, diarrea, medicación con antiácidos y falta de nutrientes.
La forma de cocinar los alimentos, el aumento de alimentos procesados, la acumulación de colorantes, conservantes, el exceso de
azúcar y grasas, la dieta desequilibrada y el estilo de vida (comer
deprisa, estrés, hábitos tóxicos como el tabaco, etc.), nos esta llevando a vivir con una
salud mediocre.
Dentro de este ámbito nuestro intestino delgado es una pieza clave para que se
produzcan estos males, ya que, además de digerir y absorber los nutrientes
de los alimentos, representa el 70% de nuestro sistema inmunológico, es decir, nuestras defensas. Por ello, su mal funcionamiento puede crear otros
problemas añadidos de salud como picores, dolores de cabeza, manchas en la piel, cansancio,
cambios de humor, insomnio etc., que normalmente no solemos relacionar con la comida.
Aunque la mayoría de las personas puede tomar multitud de
alimentos sin problemas, existe un porcentaje de personas sensibles (¡¡cada vez
mayor!!), a los que ciertos componentes o alimentos
en sí les ocasionan un grave daño.
Estos trastornos se denominan intolerancias y/o alergias
alimentarias.
La respuesta anormal a estos alimentos abarca desde pequeñas
erupciones en la piel o diarrea, hasta reacciones alérgicas graves como shock
anafiláctico que puede poner en peligro la vida.
¿Qué diferencia una
intolerancia de un alergia alimentaria?.
Las intolerancias son las mas frecuentes y desconocidas y son respuestas anormales a un
alimento en las que, en un principio, no se ha demostrado ningún mecanismo
inmunológico, sino que suelen tener una base metabólica relacionada con un
déficit de las enzimas involucradas en su absorción. Es el caso por ejemplo de la intolerancia a
la lactosa responsable de metabolizar el azúcar de la leche.
En cambio en la alergia alimentaria la reacción después de
ingerido el alimento (aun en cantidades muy pequeñas), tiene una base
inmunológica a través de los anticuerpos IgE.
Entre los alergenos más frecuentes se encuentra el gluten
(presente en el trigo, la avena la cebada, el centeno y la espelta) las
proteínas de la leche animal (vaca, oveja) alguna fruta, las leguminosas, los
huevos, los crustáceos, las nueces y algún pescado y hortaliza.
¿Qué sucede en el
cuerpo?
La mucosa del intestino delgado se daña en ambos casos.
Pierde su función “barrera”, disminuye la producción de enzimas digestivas y
destruye el ambiente perfecto para que los microorganismos que cohabitan en su
interior convivan en armonía.
Esta situación suele dar lugar a una permeabilidad
intestinal. Y, ¿que significa esto?
Pues que gracias a esta permeabilidad pueden
pasar a la sangre sustancias como residuos bacterianos, moléculas grandes no
digeribles de alimentos y otras sustancias que perjudican nuestra salud. Nuestras defensas identifican a los intrusos, y ponen en
marcha toda una serie de medidas de urgencia para intentar acabar con ellos.
Además de los síntomas locales se pueden experimentar diarrea, dolores de
estómago, nauseas, pesadez o mala digestión, flatulencia o espasmos
abdominales. También como en el caso del gluten, se produce una menor capacidad
para absorber nutrientes esenciales como proteínas, hidratos de carbono, ácidos grasos, vitaminas y muchos minerales.
En estas personas, se pueden dar más patologías del tipo de alergias, asma, infecciones
respiratorias y urinarias de repetición, trastornos del sueño, reuma,
predisposición al síndrome metabólico, enfermedades autoinmunes, trastornos
nerviosos, cardiovasculares y un sinfín de enfermedades comunes que no se
suelen asociar a la alimentación.
En general hacer un diagnostico acorde con estos razonamientos
no es la práctica habitual y se suele tratar combatiendo los síntomas y no la
causa real.
¿Qué es lo que tu puedes
hacer?
En primer lugar debes plantearte si estas siguiendo una
dieta adecuada a tus necesidades. Si no
es así, necesitas equilibrar tu
nutrición comenzando por aumentar el número de alimentos crudos y cocinando a
temperaturas menores de 110ºC. No existen dietas ideales universales, sino
que cada persona debe encontrar el tipo de dieta ideal de acuerdo a sus
necesidades funcionales y metabólicas.
En el caso de las
alergias obviamente habrá que encontrar
y eliminar de la dieta el alimento que está originando esas reacciones, y en las
personas que tienen intolerancias se puede estar consumiendo pequeñas cantidades del
alimento o del componente alimenticio sin que se den síntomas excepto en el
caso de personas sensibles al gluten o al sulfito (conservante de muchos
alimentos envasados).
Pruebas diagnósticas
Existen tests de sensibilidad a los alimentos que son capaces
de valorar la respuesta no alérgica que el sistema inmune de algunas personas
desencdena ante la presencia de determinados alimentos. Aunque existen diversos
tipos de diagnóstico, la más acertada consiste en una sencilla extracción de
sangre.
Mediante una técnica de enzimoinmunoensayo, se pueden
analizar los anticuerpos de tipo IgG específicos frente a ciertos alimentos y
así conocer el grado de intolerancia a ellos.
Es muy potente el simple hecho de eliminar ciertos alimentos
de la dieta para notar como se mejoran de inmediato los síntomas digestivos, el
dolor de cabeza, el sobrepeso, la retención de líquidos, etc.
Como decía Hipócrates, primer médico de la historia, “que tu alimento sea tu medicina, y tu
medicina tu alimento”.
Yo no se si todos los alimentos podrán servir de medicina
pero desde luego, eliminar de tu dieta aquellas sustancias que están dañando tu
sistema digestivo es el primer paso para renovar tu salud.
¿Eres de los que comes de todo y todo le sienta bien?
¿Tienes alguna intolerancia alimentaria? ¿Qué síntomas de los que he citado te son familiares?
Toma acción, examina tu alimentación o pide ayuda!! Comienza a mejorar tu vida cuanto antes cambiando tu
alimentación!!.
Si te ha parecido interesante, comparte la información con aquellos que se preocupan por su salud o coméntame cualquier duda al respecto.Gracias!!
Ref. Mod. de: Soria Natural Dra. Molinero, 2013. nº 14 Qualitas Vitae
"Zapico Sesifood Test. Analiticas